sábado, 13 de enero de 2018

Los vértices de la Paz.

Déjame que te cuente hoy
lo que habita en mi silencio.
Déjame que te diga que no es paz,
sino dolor y tormento.
Déjame que te cuente despacio
lo que abriga mi alma,
déjame contarte lo que siento.

Déjame que te cuente que yo
también puedo enseñarte algo. 
Déjame que lo haga ahora
y después, si quieres, me callo.

Déjame decirte que tu risa al verme
hace que me sienta náufrago,
que no hay paz en tu mirada,
que me haces daño. 

Que me hieren tus palabras
cuando no son de cariño
y que anida una paloma
en mi corazón de niño.

Déjame que te estreche la mano,
que te entregue la paz verdadera
como entregan los hombres de Dios
su abrazo de hermano en la iglesia. 

Déjame que te enseñe el amor
que atesora mi pecho
y sabrás que soy hombre de bien,
que mi fiel corazón
no alberga maldad ni despecho.

Déjame caminar junto a ti,
mírame como a un hombre capaz.
Aprendamos el uno del otro
y enseñemos al resto del mundo
que es posible la paz.

      © Puri Sánchez y Rafael Ruiz.

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Oh penitencia, Mater Dolorosa. Eterna dulzura en saya encarnada,  paño de pena sin ser revelada. Ora pro nobis mi madre amorosa. Lágri...