Oh penitencia, Mater Dolorosa.
Eterna
dulzura en saya encarnada,
paño de pena sin ser revelada.
Ora
pro nobis mi madre amorosa.
Lágrimas que tu espíritu rebosa
fraguando la lenta marcha cegada
en racheo prieto y noche bordada.
¡Treinta
promesas, oh,...tarde brumosa!
Piedad,
Misericordia y Amargura,
Esperanza,
que aflicciones cercena,
plegarias
a una madre única y pura.
Deja que hoy aligere esa condena
fresando
entrañas contra roca dura.
Esparto
y sudor, tu Salve resuena.