dama con espejo, presa en la más alta almena,
pues a manos de un mal conde ha recibido ultraje.
¡Mal rayo parta al noble que dictó su condena!
Su padre, Recaredo Juan, “El Cinchas” de apodo,
reclama su desquite y cede por recompensa
la mano de su pía hija, tierras y acomodo
al paladín que lave a sangre la sucia ofensa.
Muchos fueron los héroes presentes al reto,
pues a manos de un mal conde ha recibido ultraje.
¡Mal rayo parta al noble que dictó su condena!
Su padre, Recaredo Juan, “El Cinchas” de apodo,
reclama su desquite y cede por recompensa
la mano de su pía hija, tierras y acomodo
al paladín que lave a sangre la sucia ofensa.
Muchos fueron los héroes presentes al reto,
un señor de Castilla, tres nobles de Bramante,
y un moro sarraceno con fétido amuleto
y un moro sarraceno con fétido amuleto
de huesos, macaco en hombro y ajustado turbante.
Mozo de porte altivo, golfo pero pudiente,
Mozo de porte altivo, golfo pero pudiente,
fue Renato elegido por su arrojó en combate;
sin olerse la corte que éra poco ardiente
y en alcoba guiábase mas bien, como abate.
Citó por discreción y sigilo el buen Renato
al descarado conde en un apartado llano,
por resolver la afrenta sin demora, en un rato;
más presentándose éste, ¡bien guapo era el fulano!.
-¡Ay mi gran conde!-, plácido gemía Renato.
-Sácate raudo eso que bajo el jubón se esconde
y compártelo ya, bribón, no seas ingrato.-
Ora caricia, ora empujón, ¡el amor responde!
-¡Jimena, a mí! - se oyeron los gritos de palacio.
-Soy Renato, y desvaído he dejado al corchete,
vamos mujer no tengas miedo, baja despacio
que nos aguarda nuestro amo y su grueso florete.-
Quedan sin rematar estos satíricos versos
pues nada hubo del buen Renato, el Conde y Jimena,
fugados una noche cuan judíos conversos,
dejando una nota en aquella alta y fría almena.
¡No os preocupéis buen Rey, quedaos quieto,
que no conocerán la sed ni el hambre,
pues a mi cargo están y yo os prometo,
llenar su almuerzo de leche y buen fiambre!
El Conde.