lunes, 6 de abril de 2020

Renato, Jimena y El Conde.


Fue Jimena, princesa de feudo y vasallaje,
dama con espejo, presa en la más alta almena, 
pues a manos de un mal conde ha recibido ultraje.
¡Mal rayo parta al noble que dictó su condena!

Su padre, Recaredo Juan, “El Cinchas” de apodo, 

reclama su desquite y cede por recompensa
la mano de su pía hija, tierras y acomodo
al paladín que lave a sangre la sucia ofensa.

Muchos fueron los héroes presentes al reto, 
un señor de Castilla, tres nobles de Bramante,
y un moro sarraceno con fétido amuleto
de huesos, macaco en hombro y ajustado turbante.

Mozo de porte altivo, golfo pero pudiente, 
fue Renato elegido por su arrojó en combate;
sin olerse la corte que éra poco ardiente
y en alcoba guiábase mas bien, como abate. 

Citó por discreción y sigilo el buen Renato
al descarado conde en un apartado llano, 
por resolver la afrenta sin demora, en un rato;
más presentándose éste, ¡bien guapo era el fulano!. 

-¡Ay mi gran conde!-, plácido gemía Renato. 
-Sácate raudo eso que bajo el jubón se esconde
y compártelo ya, bribón, no seas ingrato.-
Ora caricia, ora empujón, ¡el amor responde! 

-¡Jimena, a mí! - se oyeron los gritos de palacio. 
-Soy Renato, y desvaído he dejado al corchete, 
vamos mujer no tengas miedo, baja despacio 
que nos aguarda nuestro amo y su grueso florete.- 


Quedan sin rematar estos satíricos versos
pues nada hubo del buen Renato, el Conde y Jimena,
fugados una noche cuan judíos conversos, 
dejando una nota en aquella alta y fría almena. 


¡No os preocupéis buen Rey, quedaos quieto, 
que no conocerán la sed ni el hambre, 
pues a mi cargo están y yo os prometo, 
llenar su almuerzo de leche y buen fiambre! 
                  
    El Conde. 


















miércoles, 1 de abril de 2020

Soneto de Pasión a mi Virgen de los Dolores.


¿Por qué quieres que tema llena luna?,
¿por qué llegas en este mes florido?,
¿por qué mi corazón arde afligido?,
¿por qué un monte de olivos y aceituna?

Arcángel, que agria anuncias mi fortuna,
augurio a muerte de un hijo querido
que nunca mío fue, habiendo parido;
di al Padre, que meciendo estoy su cuna.

Lleva en tus fuertes alas mi lamento;
mas si ha de sufrir, no sueltes su mano;
¡vengan a mí, pasión, cruz y tormento! 

Divino hijo que entregas como humano,
Cordero de Dios, ¡cuánta pena siento!;
¡sea este cáliz, sin morir en vano!

Quizás sea momento para recordar este soneto de Pasión 
que escribí hace ya algún tiempo. 

Dedicado, con todo el amor que éste 
humilde pecador profesa
 a su Madre Dolorosa. 
Y a la Magnífica Cofradía de 
Nuestra Señora de los Dolores. 

Mater Fidei Dolorosa

Oh penitencia, Mater Dolorosa. Eterna dulzura en saya encarnada,  paño de pena sin ser revelada. Ora pro nobis mi madre amorosa. Lágri...