lunes, 4 de mayo de 2020

No te rindas alma mía.

¡NO TE RINDAS ALMA MÍA!




Porque un alma derrotada
no es un alma rendida.

No te rindas alma mía.

No te abandones al abismo
egoísta que todo lo hunde,
que te arrastra inerte como despojo, 
contra la dársena del olvido.

Porque una mala decisión
no ha de ser el ataúd de madera,
donde enterrarte junto a osarios
de dudas, lágrimas y pena. 

No te rindas alma mía.

Porque es patrimonio cierto
el que marcó de amor tu vida, 
el que se obtuvo tragando la hiel del desaliento,
para poder escupir con orgullo las verdades, 
que murieron en cualquier esquina.

Grita, besa, llora, muerde,
discute con ascetas
que nieguen el placer,
deja temores afuera,
y abraza firme tu Amén.

No te rindas alma mía.

¡Que aún te quedan desvelos
ciertos en madrugadas frías!

No te rindas mientras te quede aliento
para seguir tocando la corneta,
con labios apretados
y la figura compuesta.

No te rindas alma mía,
que también yo fui náufrago
y perdí el rumbo en mil océanos,
escuchando cantos de sirenas.

No te rindas alma mía.

Porque aún no has conquistado la luna
que prometiste una noche de primavera.

Porque aún no has apostado
el corazón en el amor y su ruleta,
porque aún soy rey de picas
en la baraja que manejas.

No, no te rindas
aunque veas toros en el ruedo,
son las cinco de la tarde
y toca ceñirse al miedo
por naturales, sin armar la muleta.

No te rindas alma mía.

Porque alguien espera tu roce,
tu mano, tu beso,
para seguirte al infierno.

Porque eres Quijote, Godot
y el Príncipe de Salina;
porque tienes el valor,
la esperanza y el dolor,
no te rindas alma mía.

Porque no has reído suficiente,
porque no soñaste bastante,
¡porque te vistes con guantes
ante amigos sin honor!,
y porque tienes duelos pendientes.

No te rindas alma mía.

Porque tienes que llenar de luz mis estancias,
abrir las ventanas a la vida,
vaciar de cuitas los trasteros
y purgar ofensas con besos.

Porque aún no has quemado tus naves,
porque aún no han tocado a degüello,
porque nadie sale ileso
cuando lucha por su sueño. 

No te rindas alma mía,
que aún queda Sol para llenar
de cálido y fragante ámbar
los versos de una vida que espera. 

Porque un alma rendida no sueña, 
y aunque tengas que vivir despierta
esta vida que siempre duele,
aprende luchando, alma mía,
que a ser feliz se acierta,
cuando solo te rinde la muerte.



Con el permiso del maestro Benedetti,
deseo homenajear su poema
 lanzando estos versos 
contra el abatimiento que provoca la depresión y 
las depresiones que provoca un virus regio.







Mater Fidei Dolorosa

Oh penitencia, Mater Dolorosa. Eterna dulzura en saya encarnada,  paño de pena sin ser revelada. Ora pro nobis mi madre amorosa. Lágri...