Yo, que escape del Taigeto para caer en las aguas tibias de sus mentiras;
que regresé a Ítaca para quemar un hogar profanando ídolos paganos;
que pacte una tregua con mi corazón para capitular por honor.
Yo, que hoy he regresado a los mentideros vistiendo aquel frac azul,
aquel chaleco amarillo que será mi mortaja.
Yo, buscando un pasado que marchó a galope con latir furioso
sobre las rojas copas que bordó el otoño ceniciento.
Yo, que perdí el sueño luchando con demonios en cada anillo del angosto infierno.
Fui el rojo y el negro, el hidalgo que apostó su alma en un juego burlesco de naipes marcados.
Soy quien enloqueció en un laberinto de arrayán perfumado, sin reina y sin corazón;
el buen soldado, el fantasma que escapó de If.
Soy el error, acierto y azar,
el idiota que vive en las páginas de cada libro singular.
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