miércoles, 13 de marzo de 2019

La señorita Isabel.



La señorita Isabel
llama al sirviente Bautista, 
mayordomo y trapecista, 
sacudiendo el cascabel
con mueca y labios de miel. 
La damita es impaciente
recriminando indolente
la tardanza del servicio;
es un hábito y su vicio 
humillarte gentilmente.


Femenina y remilgada, 
"puberta" niña Isabel, 
confunde olla y almirel, 
criadillas y cabezada, 
¡y el caviar, con sobrasada!
Nombró a Bautista encargado
de la compra en el mercado;
¡y contable por despierto!
más éste, ladino y tuerto
cuenta ahora lo sisado.

La señorita Isabel
es conocida activista
y amazona caballista,
que igual galopa corcel
que viril cabo furriel
opositor a teniente,
fornido y muy complaciente.
Dicen que ha perdido el juicio,
y que prefiere el fornicio
a rascarse bajo el vientre.

¡Otro amor tiene Isabella!,
Tres maridos y ocho amantes,
todos bellos e ignorantes.
Este último la camela
tras guitarra con cejuela.
Para no hacer el canelo
exige sangre en pañuelo
antes de esposar novicia.
Cuando se dio la noticia,
¡hubo navajas en duelo!


Esclavina del capricho,
abrióse paso a codazos
con estoques y sablazos
¡medrando como un mal bicho!
y acertando con el dicho:
"quien sirvió en plata cicuta, 
no fue ni leal ni astuta, 
nunca fue hembra inteligente,
ni querida por decente
sino más bien, por reputa".







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