Seguidilla de trazos ingeniosos,
con cinco hilos se enhebran alfileres
que hieren almas y ceden sus saberes,
lunares de rabillos caprichosos.
Alegres carruseles armoniosos,
silencios que musitan de placeres
a oídos puros de hombres y mujeres,
con mesura de tempos rigurosos.
Por júbilos y cuitas hechizada
se envuelve de compases y camina
al son del feudo amor avasallada.
Mas cuando prendiendo ánimos germina
el polen de su voz azucarada,
brota nueva flor, ¡música divina!
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