miércoles, 10 de abril de 2019

Heridas infames.


No espero nada pues de nada me sentí dueño,
acaso del dolor cierto por aquella afrenta
que robó la razón a un sueño que ya no es sueño,
sino noche que muerde como pantera hambrienta.

Aquella vez luché como el hoplita en batalla, 
sobre llanos de lid y contra almas en conjura, 
mi espalda con tu espalda, cercados con ferralla 
por defender honores de raza y buena hechura. 

Frente a la tempestad, asediado por tormenta 
tu y yo fuimos testigos de la infame certeza
que puso a prueba nuestra conciencia cenicienta 
menoscabando dones santos de fe y pureza. 

... el tiempo no curó las heridas de metralla
que abrieron carne bajo la templada armadura,
ni encontré forja dónde recomponer mi malla,
ni juglares honestos que troven mi aventura.




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