acaso del dolor cierto por aquella afrenta
que robó la razón a un sueño que ya no es sueño,
sino noche que muerde como pantera hambrienta.
Aquella vez luché como el hoplita en batalla,
sobre llanos de lid y contra almas en conjura,
mi espalda con tu espalda, cercados con ferralla
por defender honores de raza y buena hechura.
Frente a la tempestad, asediado por tormenta
tu y yo fuimos testigos de la infame certeza
que puso a prueba nuestra conciencia cenicienta
menoscabando dones santos de fe y pureza.
... el tiempo no curó las heridas de metralla
que abrieron carne bajo la templada armadura,
ni encontré forja dónde recomponer mi malla,
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